Las tazas de Dani (vía @sanchezarevalo) |
Y
además de todo eso, Dani cuenta con un equipo de dirección a sus espaldas que
es, según David Casas, el mejor ejemplo a seguir en nuestra profesión. Y por
eso yo le he preguntado directamente a él, qué es lo que más valora de la
figura del ayudante: “Pues sobre todo
que te descarga mucho de la presión. El
ayudante de dirección en un rodaje es el puto amo, es el jefe de verdad, el
que marca los tiempos, el que dice qué hay que hacer, cuándo y porqué. Por eso
en mi relación con Antxon, él coge el timón. Coge el timón respetando, sabe qué es lo importante para mí y se
asegura de que yo tenga tiempo para eso: trabajar con los actores, o lo que
sea. Coge el peso del rodaje y se lo carga a sus espaldas; siendo a veces
también el malo de la película,
porque es el que tiene que presionar a la gente.”
Charlamos sobre el
tándem que se crea entre los equipos de dirección y producción, intentando
controlar lo más posible entre ambos. Y nos reímos con impotencia sobre
cómo ese ‘control’ es bastante ilusorio, porque sí, yo planifico sabiendo que
el suelo de éste set cruje, pero no contando con que a la prota le vaya a dar
una bajada de tensión que paralice el rodaje (y esas cosas también pasan).
Dani me cuenta que
para él, el miedo a la interrupción de rodaje es algo que en cierto modo
siempre está ahí, antes y después de rodar: “En ‘La gran familia española’,
justo el primer día que estábamos en la boda con todo el mundo ahí, ciento y
pico invitados y bastante caos, se levantó un viento descomunal y empezó a dar
miedo. Estábamos en San Agustín de Guadalix, y de repente una señora empezó a
gritar ‘¡Fuego!, ¡fuegoooo!’, nos asomamos y vimos que un bosque estaba
ardiendo… Y el viento venía hacia nosotros, el fuego estaba a 200 metros. A mí ahí
la sangre se me bajó a los pies. En ese momento estaba pensando: ‘esta peli no se va a hacer. Éste
incendio va a arrasar con la finca, y ya está, se va a parar la película, no se
va a poder hacer’.
Parte del equipo descansa en la localización que casi arde en LGFE (vía @sanchezarevalo) |
Algunos se piraron
directamente. Incluso gente iba al ayudante en plan: ‘Antxon, tenemos que irnos
de aquí ya, yo tengo que sacar los camiones…’. Cundió el pánico, pero Antxon mantuvo la calma, mientras los de
producción llamaban a los bomberos, a la guardia civil, a todo. Y a los
cinco minutos nos informaron de que estaba controlado, y que si iba a más nos
avisaban con tiempo. Hubo suerte y se quedó en un susto, pero te das cuenta de
que es todo tan, tan frágil… no lo que nosotros controlamos, sino hasta la
naturaleza.”
Coincido
totalmente con él en que todo es muy complicado (y en que ole los huevos de
Antxon y el equipazo de producción), pero también le hablo de las dificultades de
rodaje que no trae el viento, sino nosotros mismos. Por ejemplo, esa adorable
costumbre que ha cogido él desde ‘Primos’, de que siempre haya animales
y niños en sus pelis. Que llenan la peli de magia, sí, pero que pobre
equipo. Dani asiente y me dice: “Pues
mira, a mí rodar con niños, no me gusta. Me encantan, pero no me siento a gusto
para trabajar tal y como a mí me apetece, que tiene mucho que ver con la
psicología de los personajes, el origen de sus miedos, los matices… Y los niños, pues es que son niños. Hay
que trabajar a otro nivel de comunicación. En ‘La gran familia española’ de
hecho vuelve a haber niños, que son adorables y yo creo que lo han hecho muy
bien, pero lo sufro más.
Y los perros son un coñazo.
Curiosamente en esta última peli hay un perro, pero es que estaba en la casa en
la que rodamos, y a mí me encantaba porque se parece la ardilla de ‘Ice Age’.
Era un perro muy apacible: lo cogías, lo ponías ahí, y se quedaba. Pues mira
qué bien. Y no estaba previsto en el
guión ¿eh?, pero yo lo veo y digo, ‘pues voy a sacarlo’.”
Rodando con niños (de los majos) en LGFE (vía @sanchezarevalo) |
Lo de que rodar con perros y niños es (casi siempre) un coñazo lo sabe hasta mi abuela porque Hitchcock lo dijo muy alto, pero nadie sabe hasta qué punto lo es, hasta que lo hace él mismo. Y eso, y sobre todo cómo manejarlo, es algo que no se aprende en aula, sino en el set: “La práctica es lo que te da tablas. Yo me fui a EEUU con una beca Fullbright, a estudiar en Columbia. Me daban clase profesores que tienen Óscars en su casa, y venía gente como Milos Forman y guionistas de Coppola. Y como realmente aprendes no es así. Tú vas allí pensando: ‘Me van a enseñar a hacer CINE’. Y es mentira, nadie te enseña. Cine sólo aprendes haciéndolo. En cualquier caso, lo bueno que tienen las escuelas es que te rodeas de gente que tiene tus mismas inquietudes. Eso fue lo mejor, todos ayudábamos a todos”.
Al hilo de esto le cuento que yo estudié Comunicación Audiovisual
y efectivamente, allí conocí a gente con la que ahora curro. Pero antes de
entrar en la carrera, ya había empezado a rodar y mi primer puesto fue el de
script. Dani sonríe mucho y me dice que él cree que “el trabajo de script hay que revisarlo,
porque el lenguaje cinematográfico ha cambiado mucho. Ahora mismo no hay que
tener a alguien que me diga ‘- Oye Dani, ¿sabes que te estás saltando el eje? -
Sí, y me gusta’ (ríe). Ya
no hace falta ser tan riguroso con el raccord, yo no quiero que el actor
tenga que estar pendiente de todo, porque para mí pierde algo. Que luego en
montaje muchas veces me cago en la puta, pero lo prefiero. Y de ayudante de dirección que estás ahora es
curioso, pero conozco pocas chicas. Yo siempre prefiero trabajar con mujeres, porque creo que sois mucho más
ordenadas en la cabeza. Sois más diligentes, los tíos somos más caóticos.”
Ahora soy yo quien le sonríe mucho a él y un rato después me
despido, con ganas de volver a coincidir pronto, y de rodar. De rodarlo TODO.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar